La chola paceña se caracteriza por innovar su propia vestimenta pesar de los amplios márgenes de ganancia que
representa, la industria de la confección de ropa para las mujeres de pollera
no ha sido explorada por los diseñadores. Sigue bajo el dominio de las propias
señoras de pollera que aprenden el oficio en institutos populares, pero no
tienen más posibilidades que desarrollar microempresas familiares para atender
a la gran demanda.
Para confeccionar una pollera de una comerciante que luce la vestimenta, se necesita entre tres o cuatro metros de tela, siempre y cuando el ancho de ésta sea de un metro y medio. Si el ancho de la tela es menor -por ejemplo, 1,20 metros- se necesitarán al menos seis metros. Las telas no son baratas y la costura de la pollera es complicada. Una prenda terminada puede costar 900 bolivianos, mucho más que un traje de dos piezas importado de Chile.
LAS ENAGUAS
Además, respecto a la pollera también se hallan las
enaguas. Sayas, fustán, centro o “mankhancha” en idioma aymara: una subespecie
de polleras interiores a la pollera exterior: que se utilizaban entre la propia
pollera exterior y la ropa interior, hecha más que todo de tela blanca (tela
blanca que pudo ser lienzo, lino, tela de algodón, tocuyo, u otro, pero que
tiene que ser algo más delgado, suave y liviano; para cumplir con uno de sus
objetivos: brindar calor en las temperaturas frías), que de igual forma baja
hasta, casi, la misma altura de la pollera, atada también a la cintura, que
dejaron ver en aquellos tiempos los encajes que las adornaba.
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